Desde la declaración de la emergencia sanitaria por parte de la Organización Mundial de la Salud, el planeta ha visto avances increíbles a nivel científico y retrasos abrumantes en la equidad, acceso a vacunas y tratamientos.
A dos años desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) comunicó que el mundo entraba en una pandemia de dimensiones desconocidas por la aparición del nuevo coronavirus SARS-CoV-2, mientras hacía un llamamiento a los países del globo a tomar las medidas sanitarias necesarias para controlar el virus que se esparcía a un ritmo desenfrenado.
Tuvieron que pasar más de tres meses desde los primeros reportes de un brote de una extraña neumonía en la ciudad de Wuhan, en China en diciembre de 2019 y luego miles de muertos e infectados en Asia y Europa para que la entidad sanitaria mundial declarara formalmente el comienzo de una nueva pandemia, que cambió la vida de las personas para siempre.
En dos años, el mundo contabiliza más de 455 millones de infecciones y 6 millones de muertos.
Luego de las críticas mundiales impiadosas por haber declarado la pandemia recién el 11 de marzo de 2020, la OMS afirmó que lanzó la alerta seis semanas antes, pero que pocas personas la escucharon entonces. Fue el 30 de enero de 2020, cuando la agencia sanitaria de las Naciones Unidas declaró que la situación era de “emergencia de salud pública de alcance internacional” (PHEIC, en inglés). Fuera de China, nadie había muerto por el coronavirus y había algo menos de 100 infecciones. A pesar de ser el máximo nivel de alerta posible según el Reglamento Sanitario Internacional de la OMS, PHEIC resultaba un concepto demasiado técnico. Además, este acrónimo suena igual que la palabra inglesa “fake” (falso).
Así que no fue hasta el 11 de marzo de 2020 que muchos países empezaron a darse cuenta del peligro de verdad que implicaba este nuevo patógeno, a partir de la declaración formal del alerta. Un retraso que causa molestia en la OMS. “El mundo estaba obsesionado con la palabra pandemia”, afirmó el director de emergencias de la OMS, Michael Ryan. Para él, “la alerta lanzada en enero era más importante que el calificativo de marzo”. “¿Qué prefiere, que la alerta le diga que se acaba de ahogar o que se avecina una tormenta?”, explicó durante una sesión de preguntas en las redes sociales el jueves. “La gente no escuchaba. Dábamos la alarma y la gente no reaccionaba”, declaró. Para el 11 de marzo, el coronavirus ya estaba presente en varios países, además de China, y sobre todo en Italia e Irán. En total, se habían declarado 118.000 casos en 114 países, con 4.300 fallecidos.
“Perdimos 6 millones de personas en todo el mundo a causa del coronavirus SARS-CoV-2. La cifra de muertos en el continente americano suma 2,6 millones. Eso significa la mayor cantidad de muertes por esta enfermedad que cualquier otro continente haya tenido. Y eso que en América solo vive el 13% de la población mundial. Los centros de salud de las Américas han reportado más problemas para atender la emergencia del COVID que en cualquier lugar del mundo”, se sinceró la doctora Carissa Etienne, directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en una conferencia virtual con periodistas donde estuvo presente Infobae.
“La pandemia todavía nos preocupa. En los primeros dos meses de este año, un 63% de los contagios del mundo tuvieron lugar en este continente debido al surgimiento de la variante del coronavirus Ómicron. Todos queremos que se termine la pandemia, pero el optimismo solo no lo hará. Y es demasiado pronto como para bajar nuestra guardia. Muchos países han bajado la guardia teniendo en cuenta las últimas cifras de descenso de casos. Pero la pandemia no se ha terminado, y Ómicron todavía es impredecible”, cerró la experta.
Luis Cámera, especialista clínico y uno de los médicos asesores del Gobierno al comienzo de la pandemia resaltó a Infobae: “El coronavirus fue una verdadera catástrofe para la humanidad. La expectativa del mundo bajó 2 años en el mundo por la aparición del SARS-CoV-2, que dejó a 5,5 millones de niños huérfanos. Hay que contemplar las enfermedades crónicas que se han complicado en millones de personas y el deterioro económico, social y mental de la población. Los líderes del mundo deberían juntarse para ver cómo se soluciona este tremendo problema. Pero en lugar de eso se preparan para entrar en una guerra”.
“El virus ha tenido una gran capacidad de mutación. Lo sigue haciendo, cada vez con mayor capacidad para infectar. Ha logrado tener mucha eficiencia para contagiar a casi todo el mundo, lo que puede llevar indirectamente a la inmunidad de rebaño. El virus ha sido un rival enorme, que hasta el día no ha sido eliminado. Solo hemos podido combatirlo. Todavía la pelota la tiene el virus, hablando en términos futbolísticos. Las vacunas lograron ayudar a no tener un daño mayor”, agregó el especialista.
Y concluyó: “En todo mundo se registraron cuarentenas muy estrictas. Pero la virulencia del patógeno hizo no alcanzar la eficiencia esperada. Eso fue juzgado en forma negativa por parte de la población en cuanto al manejo de la pandemia. Muchos países, incluida la Argentina, se confundió al enemigo y se culpaba al gobierno de turno por implementar medidas restrictivas. En ese sentido, el virus nos sacó ventaja. Esto sucedió sobre todo en occidente. La coherencia social y conducta de la sociedad ha sido la herramienta clave para combatir la pandemia. Allí nosotros hemos tenido divergencias políticas que pudieron alterar este resultado”.
“Aprendimos muchísimo en estos dos años de pandemia. El coronavirus siguió su evolución natural, se va autolimitando a los 2 de su aparición. Su circuito normal comprende el ataque masivo inicial y luego la lógica protección generada por los anticuerpos generados luego del contagio y por la protección que brindan las vacunas elaboradas en tiempo récord para combatirlo”, aseguró a Infobae el doctor Ricardo Teijeiro, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), que indicó a Infobae.
La doctora Liliana Vázquez, médica infectóloga (MN 67434), especialista en infectología perinatal y pediátrica en Funcei afirmó a Infobae que los últimos dos años fueron muy difíciles y de mucha angustia para todo el personal de salud y esenciales, principalmente al comienzo de la epidemia. “Sabíamos poco del virus, como se transmitía, como tratar a los pacientes, quienes tenían más riesgo de hacer formas graves. Teníamos que salir de casa, exponernos al virus y vivir con el temor de contagiar a nuestra familia. Un virus de una familia conocida, pero con un comportamiento distinto con muy rápida expansión al mundo entero y que mataba aún a gente joven y sin enfermedades previas”, remarcó la especialista.
“Podemos dividir el comportamiento de virus en un antes y después de la vacunación masiva. Después de lograr que la mayor parte de la población se vacunara, bajó la internación y la mortalidad, aun cuando hubo una alta carga del virus circulante con la última variante Ómicron. Hubo distintas estrategias en el mundo, creo que la gran mayoría de los países, hoy hubiera hecho las cosas distintas. No hay una sola estrategia válida. Antes de la vacunación teníamos que evitar la aglomeración de gente, ya que la vía respiratoria es la principal vía de transmisión. Eso marca distintas estrategias, según las características de cada lugar. Lo que definitivamente no sirve es tener un solo plan para todo el país como tuvimos”, aseguró la experta.
Hacia un mundo de COVID-19 endémico
Los especialistas afirman que el coronavirus se volverá endémico por muchos años, cuando cese la pandemia. Cada vez más países están optando por regresar a la normalidad y aprender a convivir con el patógeno. Se han desarrollado vacunas seguras y efectivas y se sabe mejor cómo tratar a las personas contagiadas. Dos años después del inicio de la pandemia, siguen existiendo interrogantes en torno al COVID-19, pero los expertos saben mucho más sobre cómo controlarlo.
El virus se propaga principalmente a través del aire cuando una persona infectada exhala, habla, tose o estornuda. Ese es el motivo por el que las autoridades sanitarias han fomentado el uso de mascarillas y la ventilación de los espacios, en lugar de centrarse en el consejo de limpiar las superficies, como ocurría al inicio.
El tratamiento para quienes enferman o necesitan ser hospitalizados también ha evolucionado. Entre las opciones existentes están los antivirales, como el medicamento remdesivir o las nuevas pastillas desarrolladas por Pfizer y Merck; los fármacos antiinflamatorios, incluyendo esteroides, y, dependiendo de la variante que circule, anticuerpos fabricados en laboratorio para atacar al virus.
“El mundo nos ha visto aprender en tiempo real cómo tratar el COVID-19″, dijo Neil J. Sehgal, profesor adjunto de política y gestión sanitaria en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Maryland. Las vacunas contra el coronavirus también se han desarrollado en un tiempo récord. Hasta hoy 10 fórmulas han recibido la autorización de la OMS para su uso de emergencia. Sin embargo, su distribución ha sido desigual a pesar de un esfuerzo internacional para repartirlas de una forma más justa, y la desinformación ha alimentado la reticencia a vacunarse. Y el mundo hoy contabiliza solo un 56% de personas vacunadas con dos dosis contra COVID-19.
Científicos en todo el mundo están realizando estudios para comprender mejor el COVID-19 prolongado o Long COVID, que puede durar meses tras el contagio inicial. Además, los expertos están atentos para identificar la próxima variante de rápida propagación a medida que el virus mute.
Fuente: Infobae.com