Las declaraciones del embajador de Taiwán, José Chih-Cheng Han, reavivan un debate sensible dentro del escenario político paraguayo: la relación con China Popular y la fidelidad histórica con Taipéi.
El diplomático fue categórico al afirmar que “la intención de China Popular no es genuina, solo busca sabotear y perjudicar a Taiwán”, en alusión al creciente lobby de algunos sectores parlamentarios interesados en promover vínculos con el gigante asiático.
La postura de Han coincide con la línea del Gobierno y del movimiento oficialista Honor Colorado, que reiteró su respaldo a la alianza con Taiwán. El presidente del Congreso, Basilio Núñez, incluso advirtió que quienes impulsen un acercamiento con Pekín “deberían analizar su permanencia dentro del movimiento”, marcando así una línea política clara.
El caso de Honduras, mencionado por el embajador como ejemplo de promesas incumplidas por parte de China Popular, se utiliza en los círculos diplomáticos como argumento de cautela frente a eventuales tentaciones comerciales o financieras.
Paraguay se mantiene como el único aliado diplomático de Taiwán en Sudamérica, una posición que, si bien le ha reportado cooperación técnica y respaldo político, también lo coloca en el centro de una disputa geoestratégica cada vez más intensa entre Taipéi y Pekín.
En medio de este contexto, la relación con Taiwán deja de ser solo un asunto de política exterior: se convierte en un tema de cohesión interna y lealtad partidaria, especialmente dentro del oficialismo colorado.