El conteo del Tribunal Supremo Electoral daba el miércoles en la noche 10,11 puntos de ventaja al presidente Evo Morales sobre su rival, el ex presidente Carlos Mesa, lo que le permitiría evitar una segunda vuelta si mantiene la diferencia.
Con el 98,31% de las actas computadas, Morales obtenía el 46,82% de los votos mientras que Mesa lograba el 36,71%. Las boletas restantes podrían hacer variar la diferencia de 10 puntos entre los dos principales candidatos.
Las autoridades electorales no realizaron declaraciones sobre el escrutinio.
La ley contempla que, para ganar en la primera vuelta, un candidato debe obtener el 50% más uno de los votos o lograr el 40% y tener una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales sobre el segundo.
En paralelo, la oposición y agrupaciones ciudadanas denunciaron fraude electoral en protestas callejeras que se extendían por todo el país.
El escrutinio se retrasó porque en la región de Chuquisaca no se reanudó luego de que, durante las protestas violentas, se quemó el tribunal electoral local. La región sureña de Potosí tuvo el mismo problema.
Opositores y organismos internacionales como la Organización de Estados Americanos (OEA) expresaron su preocupación en la noche del domingo, poco después del cierre de los centros electorales, cuando la transmisión de los resultados del conteo rápido se interrumpió por casi 24 horas. Al reiniciarse, Morales había ampliado su ventaja sobre Mesa.
Poco antes de que el conteo diese los 10 puntos de ventaja a Morales, Mesa dijo que no reconocerá el resultado.
“No podemos aceptar un resultado que bloquee una segunda vuelta, sólo aceptaremos si hay segunda vuelta”, afirmó el opositor, que calificó el cómputo oficial de “monumental fraude”.
Mesa, que fungió como presidente entre 2003 y 2005 y es el candidato de la alianza de centro Comunidad Ciudadana (CC), dijo que si Morales impone el resultado “dará un salto de un gobierno democrático a un gobierno dictatorial”.
Mesa también anunció el miércoles la formación de una alianza con partidos de derecha y líderes de centro para presionar para que la elección se defina en un balotaje.
Por su parte, Morales afirmó estar “casi segurísimo” de que será reelegido en primera vuelta y denunció que la derecha “gesta un golpe de Estado” en su contra y se proclamó ganador en primera vuelta antes de conocerse los últimos datos del escrutinio.
En Washington, la OEA exhortó el miércoles a las autoridades bolivianas a celebrar una segunda vuelta sin importar la diferencia entre los dos candidatos más votados.
“Debido al contexto y las problemáticas evidenciadas en este proceso electoral, continuaría siendo una mejor opción convocar a una segunda vuelta”, dijo el director del departamento para la observación electoral de la OEA, Gerardo de Icaza.
En tanto, las protestas se han multiplicado en el país. La situación podría agravarse en los próximos días, explicó el diputado opositor Wilson Santamaría.
Morales, el primer presidente indígena y con el mandato más largo en la historia de Bolivia, mantiene polarizado al país entre quienes lo admiran por su exitosa gestión económica y los que le reprochan su falta de respeto al voto popular.
En 2016 desconoció un referendo que le dijo “no” a una tercera reelección no autorizada por la constitución que él mismo había aprobado en 2009 y forzó su postulación para un cuarto mandato consecutivo amparado en un controvertido fallo del Tribunal Constitucional, lo que generó protestas en todo el país que fortalecieron a la oposición y acabaron mermando la popularidad del mandatario de 59 años.
Enfrentamientos y paro
Nuevos enfrentamientos estallaron en La Paz el miércoles en la noche entre la policía y cientos de manifestantes que participaban en una vigilia cívica cerca del hotel donde se encontraban los miembros del Tribunal Supremo Electoral (TSE), encargado del cómputo de los comicios del domingo.
“¡Nunca más, Evo nunca más!”, coreaban a pocos metros del impresionante dispositivo policial desplegado frente a este edificio y otros sitios estratégicos de la ciudad.
En Santa Cruz, en el oriente del país, el baluarte de la oposición donde partió el paro nacional, los manifestantes bloquearon el miércoles en la noche los principales ejes viales de la ciudad, la más habitada de Bolivia.
“Este paro va a durar hasta que nos confirmen la segunda vuelta”, declaró el líder del influyente Comité Pro Santa Cruz, Luis Fernando Camacho, frente a una multitud congregada al pie de un Cristo gigante, uno de los símbolos de la ciudad.
Esta organización conservadora de la sociedad civil aglutina a representantes vecinales, de comercios, transportes y líderes empresariales, y se replicaba en otras partes de Bolivia.
La huelga fue acatada en diversos niveles en todo el país. Simpatizantes oficialistas y opositores protagonizaron un violento enfrentamiento en un vecindario de Santa Cruz controlado por partidarios del presidente socialista, con un saldo de dos heridos, observó un periodista de la AFP.
Denunciando una “autocracia” algunos bolivianos rechazan la decisión de Morales de buscar un cuarto mandato, opción a la que los ciudadanos se opusieron en un referéndum en 2016.
Fuente: Infobae.com