Una columna firmada por 15 médicos y publicada a finales de diciembre en el diario Le Monde abrió el debate si debía tenerse en cuenta el estado de vacunación en la priorización de los pacientes con COVID-19 en las unidades de cuidados intensivos.
Este domingo, André Grimaldi, profesor emérito de CHU Pitié-Salpêtrière, uno de los hospitales públicos más reconocidos de Francia, se preguntó en una columna en el Journal du Dimanche sobre la clasificación entre pacientes con coronavirus o no en cuidados intensivos y el alcance de las responsabilidades de los médicos y cuidadores: ¿Deberían los no vacunados asumir también su libre elección de no ser asistidos en cuadros graves?
La compleja pregunta surgió cuando un responsable de terapias intensivas, y frente a la desprogramación de numerosas intervenciones quirúrgicas debido al estrés hospitalario por la crisis sanitaria, planteó por correo electrónico a varios de sus compañeros de otros hospitales: “¿Es normal privar a los pacientes de cuidados intensivos o camas de cuidados, personas que esperan ser operados, incluso no urgentes, para atender a personas que han optado por correr el riesgo de tener COVID-19 grave cuando se puede evitar?”
Los hechos son ahora bien conocidos: alrededor del 70% de los pacientes hospitalizados en Francia en cuidados intensivos por una forma grave de Covid-19 no están vacunados La peculiaridad de esta epidemia, a diferencia de otras infecciones más graves, es que afecta nuestra vida personal y ahoga en sus oleadas hospitales, especialmente los servicios especializados en cuidados intensivos.
Los profesionales coinciden en algo: principalmente la responsabilidad es la falta de recursos. Y frente a esto, señalan el hecho que deben elegir: ¿debilitar la economía a favor de la salud? ¿Confinar, aislar, debilitar a los ciudadanos para evitar transformar la medicina hospitalaria en medicina para desastres? ¿Priorizar el ingreso a cuidados intensivos de los pacientes con mayores posibilidades de supervivencia?
El enfado de los médicos no tiene por objetivo solamente a las personas que decidieron deliberadamente no ser inmunizadas con un suero anti COVID. Además, cuestionan al gobierno por no haber dotado de recursos sanitarios, no otorgar aumentos salariales suficientes, no lograr retener al personal hospitalario y no aumentar el número de camas de cuidados intensivos y de cuidados post intensivos.
“Ante la afluencia de pacientes en las salas de reanimación y la cuestión de la elección de pacientes, sería necesario poder aconsejar sistemáticamente a los adultos no vacunados que redacten directivas anticipadas para decir si desean o no ser resucitados”, estimó el profesor Grimaldi, una de las figuras mas importantes en la defensa del hospital público francés.
Grimaldi, retomando la columna en Le Monde de más de una docena de colegas, recuerdó que a pesar del juramento hipocrático, esto no significa que los médicos no dejen de tener un juicio “moral”, aunque este no debe interferir la relación con sus pacientes. Esta promesa, no evita sin embargo, la cuestión de qué hacer cuando hay una sola cama para dos pacientes, ambos en terapias intensivas.
¿A cuál dar prioridad?, se pregunta. Para el profesor, la disyuntiva depende de una decisión de forma colegiada, aunque también pero debería ser abordada por las sociedades científicas, las agencias independientes, los comités de ética y, más allá, de la sociedad en su conjunto y sus funcionarios electos para esclarecer los principios que deben guiarlos.
Sumando el recibimiento de infectados por COVID-19, en muchos casos “amargamente” angustiados por su decisión inconsciente de no vacunarse, Grimoldi reclamó asesorar sistemáticamente a cualquier persona adulta que se niegue a vacunarse para que escriba directivas anticipadas para decir si desea o no ser resucitado en caso de una forma grave de coronavirus. Una persona que afirma tener la libertad de no vacunarse, ¿no debería asumir sistemáticamente su libre elección de no ser resucitado?”
Para el grupo de médico, que anticipadamente reabrieron el debate en diciembre, “la solución de no admitir en cuidados intensivos a las personas que han optado por no vacunarse no es posible”.
No obstante, su exposición hizo lugar a recordar los hechos, que según ellos “no refleja ningún juicio moral”: no vacunarse es arriesgar su vida, arriesgar la de los demás, especialmente los pacientes con defensas inmunes débiles en quienes la vacunación no es muy efectiva, que solo pueden confiar en otros, pero también evitar que algunas personas más frágiles accedan a la reanimación, retrasando la atención de otros pacientes con patologías crónicas: es bastante simple aceptar la idea de que nuestra elección también impone privar a otros de la atención.
La discusión no sólo está presente en Francia. Una asociación de médicos de Alemania llegó a preguntarse si los no vacunados deberían correr con los gastos de las internaciones por infecciones por coronavirus. Estos galenos también precisaron que las atenciones por COVID-19 suelen ser mas prolongadas e involucran más recursos de la salud pública que otras patologías. Incluso, la inmunización vía vacunas es menos onerosa para las arcas del gobierno que el gasto que requiere una hospitalización por un cuadro severo de coronavirus.
En el Reino Unido, finalmente, se agrega ahora las proyecciones sobre los ausentismos en los hospitales por nuevas infecciones por coronavirus. Los cálculos de la Asistencia Nacional de Salud (NHS) sugieren que podría afectarse al 25% de la plantilla de profesionales y cuidadores sanitarios en las próximas semanas.
No solo el dilema es sobre a quién admitir, sino qué recursos humanos estarán disponibles para esta atención.
Fuente: Infobae.com